Ante una situación de peligro o riesgo, nuestro cerebro responde con ansiedad.
Pero, ¿qué sucede cuando nuestro cerebro interpreta como peligrosa una situación cotidiana? Inmediatamente envía señales de ansiedad como si fuera una situación verdaderamente peligrosa.
Ante un peligro real, la ansiedad nos ayuda a prevenir esas situaciones. Manteniéndonos a salvo.
Podríamos decir que hay dos tipos de ansiedad: la ansiedad positiva y la ansiedad negativa. La ansiedad positiva es consecuencia de estar en una situación de peligro real. Y la ansiedad negativa, que responde a, miedos que solo existen en nuestra imaginación.
La primera es buena porque nos ayuda a alejarnos del peligro, mientras que la segunda es realmente mala porque nos bloquea y nos impide vivir una vida plena y feliz.
La ansiedad se produce como consecuencia de nuestra incapacidad para adaptarnos a los cambios de la vida.
Nuestro cerebro funciona de una manera particular, cuando algo es importante para nosotros, produce una respuesta emocional. Bueno o malo, el cerebro repite la misma respuesta ante el mismo estímulo. Por ejemplo, ¿qué pasa por tu cabeza cuando escuchas esa canción o hueles ese perfume?. La canción y el perfume traen de vuelta no solo los recuerdos, sino las sensaciones y los sentimientos relacionados con la situación.
La ansiedad funciona así, y está “enganchada” a los recuerdos que se activan cada vez que algo te hace recordar. Muchas veces, la ansiedad se produce como resultado de algo real, pero permanece en tu cerebro una vez que el peligro desaparece, y también queda asociada al hecho que activó el miedo en primer lugar.
La ansiedad provoca inmediatamente una serie de síntomas en el sistema nervioso con el fin de mantenernos a salvo. Puedes experimentar transpiración, taquicardia, palpitaciones, nudo en el estómago, falta de aire, cabeza que da vueltas… son más de cuarenta síntomas relacionados con la ansiedad.
Una vez que la ansiedad se ha “enganchado” a los recuerdos que la produjeron en primer lugar, podría activarse durante tu vida diaria. Ese es un verdadero problema. Cada vez más estímulos cotidianos pueden activar la reacción de ansiedad en ninguna situación de peligro.
La ansiedad puede escalar hasta que las asociaciones se generalicen (primero tienes miedo de ir a una tienda, luego puedes tener miedo de dar un paseo por la ciudad, finalmente tienes miedo de salir de tu casa, por ejemplo).