
El mercado de cannabis medicinal en Alemania, entre julio y septiembre de 2025, importó 56,9 toneladas, casi un 20 % más que en el trimestre anterior y 142 toneladas acumuladas en los nueve primeros meses del año, casi el doble de todo lo importado en 2024. El salto coincide con el anuncio de nuevas restricciones al acceso, en especial a la telemedicina y a la venta a distancia, que serán debatidas por el Bundesrat el 21 de noviembre.
El último informe de la Oficina Federal para Medicamentos y Productos Sanitarios (BfArM) confirma que las importaciones de cannabis medicinal en Alemania siguen una trayectoria de crecimiento que desafía cualquier previsión conservadora. Solo en el tercer trimestre de 2025 entraron al país 56,9 toneladas de flores y otros productos, lo que supone un incremento del 19,3 % frente al segundo trimestre y sitúa el total del año, hasta septiembre, en 142 toneladas. Un dato no menor, considerando que en todo 2024 las importaciones sumaron 72 toneladas, doblando su tamaño en menos de un año mientras el gobierno intenta, al mismo tiempo, pisar el freno regulatorio.
El peso de este boom recae sobre unos pocos países exportadores. Canadá se mantiene como proveedor dominante, elevando sus envíos a Alemania de poco más de 20 toneladas en el segundo trimestre a algo más de 30 toneladas en el tercero, mientras que Portugal consolida su papel como gran hub europeo con 16,6 toneladas en el mismo periodo. En conjunto, ambos concentran en torno al 80 % de las importaciones alemanas. Detrás aparecen otros actores emergentes: Macedonia del Norte, España, Malta, Sudáfrica, Lesoto o Colombia, que han incrementado con fuerza sus volúmenes, aunque todavía a escala menor. Esto pone a Alemania como una suerte de aspiradora del cannabis medicinal producido dentro y fuera de Europa y, a la vez, como regulador de facto del mercado internacional
El contexto regulatorio ayuda a entender esta carrera. Desde la entrada en vigor del Cannabisgesetz (CanG) y de la nueva Ley de Cannabis Medicinal (Medizinal-Cannabisgesetz, MedCanG) en 2024, el cannabis medicinal salió de la Ley de Estupefacientes y se simplificaron las condiciones de prescripción y dispensación, lo que abrió la puerta a las clínicas de telemedicina y a las farmacias que envían producto por correo. Este giro redujo burocracia y facilitó el acceso para muchas personas usuarias, pero también generó preocupación en el gobierno federal y en algunos estados, que sostienen que la combinación de prescripción a distancia y venta online dificulta la supervisión clínica y alimenta un mercado orientado a la demanda privada de pago directo.
Las recomendaciones más recientes de la Comisión de Salud del Bundesrat apuntan precisamente a cerrar ese “paréntesis liberal”. Sin embargo, ese intento de endurecer el marco podría estar alimentando la propia ola de demanda que se busca contener. Analistas de Prohibition Partners citados por Business of Cannabis señalan que la facilidad actual para conseguir recetas a través de clínicas online, sumada al temor a un cierre inminente de la venta a distancia, ha desencadenado una especie de “carrera contrarreloj”: pacientes que adelantan consultas y prescripciones para asegurarse stock, distribuidores que diversifican catálogo y bajan precios para captar a esos pacientes mientras el mercado sigue en su punto más liberal. Un fenómeno parecido se vio en Polonia, donde la prohibición de las e‑recetas para cannabis medicinal en 2024 disparó las prescripciones en los meses previos a la entrada en vigor de la norma.
Detrás de las cifras récord de importaciones no solo hay un mercado en expansión, sino el choque entre dos lógicas. Por un lado, la de un sistema de salud que busca proteger a las personas desde criterios de seguridad y la de un enfoque prohibicionista que desconfía de cualquier flexibilización en el acceso. Alemania es hoy el mejor ejemplo de cómo los mensajes de endurecimiento pueden generar picos de consumo regulado, compras por pánico y estrategias agresivas de la industria, sin garantizar un acceso estable, seguro y basado en evidencia. Mientras la regulación oscile entre la apertura y el freno de emergencia, quienes quedan atrapadas en esa montaña rusa son, sobre todo, los usuarios.

